El trigo vuelve a las fuentes

Unas pocas medidas del Gobierno bastaron para que la producción de trigo creciera en volumen y en calidad.

Acabamos de recoger la mayor cosecha de trigo de nuestra historia. Es sin duda una gran noticia, sobre todo porque estas 18,3 millones de toneladas se obtuvieron en una superficie que no solo no fue récord, sino que estuvo por debajo de las intenciones de siembra, con buena parte del área afectada por anegamientos e inundaciones.

En consecuencia, lo que explica este hito no fue otra cosa que el rendimiento. Algo que deja mucha tela para cortar. Metamos la tijera.

Primero, un salto en los rindes es suficiente indicativo de que la Segunda Revolución de las Pampas, a las que algunos se esfuerzan por dar por superada, tiene todavía hilo en el carretel. Sobre todo después de la era K, un pie en la puerta giratoria de la intensificación iniciada hace un cuarto de siglo. Bastaron tres medidas, anunciadas durante la campaña de Cambiemos y concretadas en la primera semana del gobierno Macri: la eliminación de las retenciones y las restricciones a la exportación, y la unificación cambiaria. El mismo dólar para pagar los insumos que el trigo necesita, el mismo dólar cuando se vende la mercadería.

El peor efecto de las retenciones y los tipos de cambio múltiples, no nos cansaremos de subrayarlo, es la alteración de la relación insumo/producto. Por eso son esencialmente reaccionarias. Afectan el flujo de tecnología: hacen falta más unidades de producto para pagar una unidad de semilla, de fertilizante, de fungicida. Se tiende a producir sobre la base del insumo que ya está pagado: la tierra. Que se degrada en el intento.

La era K derrumbó la siembra de trigo y los rindes. Y también la calidad. No se alcanzaban los niveles de proteína mínimos. Ya en 2016 hubo señales de recuperación de los tres parámetros. Ahora se consolida la tendencia.

Tercero. Estamos todavía muy lejos del potencial. Un rinde nacional que no alcanza las 4 toneladas por hectárea. Está bien: es un gran avance respecto a las 2 de los años 80. Cuando fui por primera vez a ver trigo a Francia, me sorprendió que la media nacional, sobre 5 millones de hectáreas, estuviera en las 6 toneladas. Nos triplicaban. Ahora están arriba de 7. Vamos arrimando el bochín…